El Sagrado Corán menciona que Jesucristo realizó numerosos milagros, entre los que se incluyen su capacidad para crear pájaros, su habilidad para curar a los leprosos y a los ciegos, y resucitar a los muer-tos. La habilidad para crear pájaros es una metáfora que, en realidad, quiere decir que aquellas personas que aceptaban las enseñanzas de Jesucristo se transformaban espiritualmente en aves que se elevaban en las alturas del firmamento espiritual, por encima de todas las preocupaciones materiales.
Los poderes de curación también han de entenderse en el sentido espiritual. Jesús restauró la vista a las personas espiritualmente ciegas y dio la vida a quienes se hallaban espiritualmente muertos. Jesucristo se refirió específicamente a los Fariseos de su época como gente ciega porque, entre otras enfermedades, tenían una naturaleza hipócrita. De hecho, todos los reformadores de Dios son médicos espirituales; pues los incrédulos son sordos, mudos y ciegos según el Islam.
(Corán 2:17)
Los incrédulos de la época de Jesucristo deseaban conseguir su muerte en la Cruz para poder denominarle “maldito“, de conformidad con la declaración existente en Deut. 21:23 que dice: “aquel que muere colgado, es un maldito de Dios.” Así pues, su muerte en la Cruz confirmaría que se trataba de un falso Mesías. El Islam, por el contrario, refuta la afirmación de que Jesucristo murió de una muerte maldita en la Cruz.
Por lo tanto, los musulmanes áhmadis creemos que Dios frustró el plan de los que no creían en Jesús. Aunque Jesús fue clavado a la Cruz, no falleció sobre la Cruz, sino que fue bajado de la Cruz en estado de inconsciencia (Corán 4:158). También los Evangelios proporcionan una abundante evidencia sobre su escapatoria de la muerte maldita en la Cruz.
Según el Islam, Jesucristo nunca predicó que la salvación tuviera lugar mediante la expiación de los pecados de los demás, a través de su muerte en la Cruz. Esta filosofía de que alguien pueda purgar los pecados de otro también la rechaza tajantemente el Antiguo Testamento. (Deut. 24:16, Ezequiel 18:2 y 20). Los áhmadis musulmanes creemos que los fieles seguidores de Jesucristo cuidaron de él tras bajarle de la Cruz. Fue colocado en una tumba amplia donde le ayudaron a recuperarse de su terrible ex-periencia.
Los Evangelios también relatan que Jesús seguía poseyendo su cuerpo terrenal, de sangre y huesos, después de salir de la tumba (Lucas 24:39). El análisis del periodo de la post-crucifixión descrito por los Evangelios revela que Jesús llevó una vida en la que trató de pasar desapercibido. A continuación, viajó apresuradamente, para alejarse del lugar de la crucifixión (Corán 23:51; Mateo 28:10, Marcos 16:7).